Ahh…!! La televisión….!! Algunos dicen que es el invento que más ha revolucionado a la humanidad. El aparato electrónico creado para unir a las familias, para lograr una mayor comunicación entre los países del mundo. Un canal de esparcimiento del pensamiento globalizado y de la sabiduría mundial.
Que lindo suena el concepto de la televisión. Un mundo mágico que no tiene límites ni fronteras. Claro que es conocida la falta de veracidad de esta palabrería, parte de una gran campaña de marketing y publicidad. Los mayores problemas de niños, adolescentes y tercera edad son causados por familias disfuncionales, y por efectos de este aparato, que se encuentra en casi todos los hogares del mundo. Se salvan, supuestamente, las personas llamadas adultos. Pero hay que recordar que estos llamados adultos, al menos la mayoría, solamente por un rango de edades, hace poco eran adolescentes con problemas, que fueron niños de familias disfuncionales, o que están próximos a ser parte de ese grupo selecto, llamado tercera edad.
Aún más grave se vuelve la situación cuando no hablamos de la televisión a nivel mundial, y solo nos centramos en el tan orgullosamente llamado “producto nacional”.
El análisis se vuelve más catastrófico porque lo tenemos a la mano. Sentimos esa falta de profesionalismo en el trabajo televisivo, con sus claras consecuencias.
Centremos aún más y solo hablemos del tan conocido humor televisivo. Humor para quienes lo escriben, lo transmiten y lo venden, pero no para quienes lo receptan y captan.
Aunque si se llevarían la mano el corazón, ni ellos lo verían como “humor”.
La televisión nacional está plagada de sátiras dirigidas a la humillación de las clases menos favorecidas de la sociedad, convirtiéndolo en un producto de goce elitista. Aunque gracias a nuestro mandatario, ni los llamados “pelucones” se salvan. “Para todos hay”.
Programas que agreden visualmente al televidente por su mala estructuración y que humillan a grupos sectorizados de la economía del país, vuelven a nuestra sociedad cada vez más decadente y vacía. Sobajar al cholo y al indígena con malísimas representaciones de sus costumbres, no es para darle un premio, mucho menos un reconocimiento, a programa, canal o medio alguno. Es una vergüenza que los más altos índices de rating se consigan insultando al prójimo. Y eso que no vamos a empezar con todos aquellos que copian, de mala manera, programas de canales internacionales, dejando ver la pésima calidad actoral de ciertas personas.
La solución: Simplemente está en las manos del televidente. Cambie de canal. No regale su tiempo. En estos días de cambio, el mejor que puede usted hacer, es cambiar de canal.
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Hace 9 años.
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