Marco, un recluso del Virgilio Guerrero afirma haber encontrado una nueva oportunidad.
El centro de Orientación Juvenil Virgilio Guerrero, en Quito, es la institución correccional en donde son recluidos menores de edad, que se han visto envueltos en actos delictivos. El padre José Antonio López, es el presidente de la Congregación de Terciarios Capuchinos, quienes son los encargados del manejo de esta institución, la misma que trata de ayudar a la sociedad, creando un ambiente óptimo para la corrección de los menores.
Dentro del centro se realizan varias actividades para que dicha corrección sea efectiva. La mayoría son manuales y enfocadas a obtener oficios rápidamente, tales como la carpintería, cerámica, panadería y cerrajería. Marco, de 17 años, quien fuera recluido por dos años al ser detenido por complicidad en un asesinato, dice que en el Virgilio Guerrero "me enseñan a quererme y a respetar a los demás. No es una cárcel, es un centro para aprender a valorar la vida". Dice que aquí encontró una nueva oportunidad para pensar en su futuro. "Pienso en mi mujer y mi hija, cuando salga me pondré un taller de carpintería para ofrecerles lo que les he negado este tiempo".
Los días sábados se realizan actividades entre las familias y los reclusos. La agrupación “Jóvenes por un mundo unido” realiza actividades en los días de visitas. Muestran todo ese talento escondido en representaciones de teatro, títeres, música, y exponen los trabajos que han realizado durante su semana. Esto reconforta a los visitantes, quienes miran el cambio en sus jóvenes familiares. Existen casos en que estos jóvenes no se adaptan y huyen. Este es el ejemplo de Alfredo, un chico quien ya ingresa detenido por segunda vez. La primera detención que registra fue por asesinato, pero logró huir. Tiempo después fue capturado nuevamente, en este caso por robo. "No me fugaré, quiero evitarles a mis padres más sufrimiento; cuando salga me buscaré un buen trabajo", es la consigna de este chico, quien espera cumplir su tiempo y poder ser útil nuevamente a la sociedad.
El centro de Orientación Juvenil Virgilio Guerrero, en Quito, es la institución correccional en donde son recluidos menores de edad, que se han visto envueltos en actos delictivos. El padre José Antonio López, es el presidente de la Congregación de Terciarios Capuchinos, quienes son los encargados del manejo de esta institución, la misma que trata de ayudar a la sociedad, creando un ambiente óptimo para la corrección de los menores.
Dentro del centro se realizan varias actividades para que dicha corrección sea efectiva. La mayoría son manuales y enfocadas a obtener oficios rápidamente, tales como la carpintería, cerámica, panadería y cerrajería. Marco, de 17 años, quien fuera recluido por dos años al ser detenido por complicidad en un asesinato, dice que en el Virgilio Guerrero "me enseñan a quererme y a respetar a los demás. No es una cárcel, es un centro para aprender a valorar la vida". Dice que aquí encontró una nueva oportunidad para pensar en su futuro. "Pienso en mi mujer y mi hija, cuando salga me pondré un taller de carpintería para ofrecerles lo que les he negado este tiempo".
Los días sábados se realizan actividades entre las familias y los reclusos. La agrupación “Jóvenes por un mundo unido” realiza actividades en los días de visitas. Muestran todo ese talento escondido en representaciones de teatro, títeres, música, y exponen los trabajos que han realizado durante su semana. Esto reconforta a los visitantes, quienes miran el cambio en sus jóvenes familiares. Existen casos en que estos jóvenes no se adaptan y huyen. Este es el ejemplo de Alfredo, un chico quien ya ingresa detenido por segunda vez. La primera detención que registra fue por asesinato, pero logró huir. Tiempo después fue capturado nuevamente, en este caso por robo. "No me fugaré, quiero evitarles a mis padres más sufrimiento; cuando salga me buscaré un buen trabajo", es la consigna de este chico, quien espera cumplir su tiempo y poder ser útil nuevamente a la sociedad.
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